Todo empieza el jueves a eso de las... 4 de la tarde, más o menos, cuando suena mi teléfono. Al otro lado, la voz de mi compañera de "trabajo" (¿ser voluntario de una ONG también es un trabajo!?) me informa de la llegada a Valencia de 9, que más tarde serán 10, personas de Senegal que comienzan a trabajar el lunes, pero que no conocen el idioma español y necesitan un curso intensivo de español.
Resumiendo: viernes, sábado y domingo... ya tenemos plan: curso intensivo.
Somos tres compañeros los que nos estamos encargando de este curso intensivo que va a durar unas 20 horas, pero el tiempo no da tregua y lo que más nos interesa es centrar y organizar este mini-curso de acuerdo con los conocimientos que necesitan, es decir, dependiendo del trabajo que vayan a realizar, pero este dato no lo conocemos hasta el viernes a las 13 horas.
Imaginad lo que eso supone... un poquito de todo: locura, estrés, prisas, teléfonos que suenan para organizar todo, libros y manuales por todos lados...
Peeero, como (casi) todo en esta vida tiene solución, la cosa sale bien, los estudiantes comienzan a adquirir vocabulario, estructuras, y a conocer más o menos formas de comportamiento que les van a ser requeridas en su trabajo.
Igual que el anuncio: cuando el niño deja de llorar... todo vuelve a la normalidad.
Pero hasta volver otra vez a esa normalidad, se necesita un poquito de tiempo. Así que en cuanto recupere mi estado de "nerviosa-normalidad-un-poco-menos-nerviosa-que-ahora", sigo con el blog. ¡Prometido!
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